viernes, 21 de diciembre de 2007

El comienzo

Hoy es el comienzo de algo nuevo. Puede que pase a la historia, a la historia grande, la de los libros pesados que rellenan estanterías de edificios importantes, o puede que tan sólo se quede aquí, en estas pocas palabras.

Ya se verá.

4 comentarios:

  1. Buenooo!

    Hacía tiempo ya, que uno no era participante activo en nada relacionado con internet, más bien me dedicaba a ser pasivo-visor-oyente...
    Pero a pesar de ser más pro-irlandes que británico ("my goodnes my guinnes!"), ante una invitación llegada desde allá arriba, no me puedo negar a pasar
    a la acción. Y es que uno tiene alma de gentleman, aunque sus actos lo descarten generalmente
    como miembro de esa sociedad de caballeros ingleses, y algún que otro amigo lo confunda más con los hinchas del West Ham, con los punkies de Brixton o como probador de pastas de esas que van con el té de las 17:00 o'clock.
    Una pena, pues a mi me valdría con ir de vez en cuando por el número 221B de Baker Street, y quedarme allí de visita, charrando y jugando a las cartas.
    Claro está, además,que si la invitación viene firmada por tí, amigo,(me tomo la libertad de llamarte así), participar es obligado.

    Y tienes razón. Ojalá sea el comienzo de algo.

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  2. Bien, me alegra que haya recogido usted el guante tan rápidamente. A ver cuantos nos acompañan.

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  3. Aporto si no un guante entero, las yemas de los dedos recortados para así darle más utilidad a estos, que en su momento me fueron entregados, y posteriormente guardados en la mochila, que no aportan basura, sino recuerdos, y ahora con gracia me vienen a la memoria.

    Presta admás no empezar el año lleno de buenos propósitos, sino más bien acabar con ellos en la manga!

    Gracias a qué en estos correos uno no ha de estar ni peinado ni duchaó , procuraré exponer en alguna ocasión mis ideas alcoholizadas sin echar malos alientos!

    Y con todo, disculpar si al calor escribo desnudo!

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  4. Maravilloso, ser...

    Pero has de recordar que aquello que te entregué en la plaza del parchís aquella tarde de Septiembre no eran las puntas de unos guantes, sino las puntas de unos calcetines...

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