lunes, 18 de enero de 2010


Escribir en un blog es simpático. Me gusta. Se pueden crear cosas de la nada, contar secretos secretisimos, comentar cuadros indescifrables, hablar de cosas con desprecio o con aprecio, insultar sin insultar, vender motos de seis ruedas, hacerse el martir, martirizar a los demás, aguantar comentarios de otros, orgullecerse con comentarios propios, aguantar los comentarios propios, orgullecerse de los comentarios de otros, perderse en un maremagnun de frases y letras mientras intentas llegar al comentario correcto, sorprenderse, desilusionarse, satanizar a dios, santificar al diablo, despreciar a tu equipo, animar al contrario, rellenar corazones, vaciar esperanzas, enaltecerse, adormirse, leer, escribir...


Es simpático pues, que a veces se me pase su existencia: sé que está ahi, y ni lo miro. Muy mal por mi parte, pero asi funcionan las cosas: se me olvidan. Luego a uno le da rabia tal olvido, y se rasga las vestiduras y piensa que no va a suceder nunca más... mentira! Al final siempre ocurre que pueden mas las neuronas del despiste que las neuronas molonas.


Pero esta vez fuí salvado: este fin de semana pasado una persona muy importante para mi, a la que admiro, respeto y evidentemente quiero, me recordó la existencia de "artistas del polígono", y me hizo pensar en mi compromiso de escribir de vez en cuando aquí.


Esta claro, que la gente que es importante para uno, es la que puede saber lo que a le conviene o necesita. Y eso está bien.

Saludos a todos